miércoles, 23 de noviembre de 2016

ADITIVOS ALIMENTARIOS


Definición


Un aditivo alimentario es un sustancia que se incorpora a un alimento o bebida, con el fin de modificar las características organolépticas o mejorar su proceso de elaboración o conservación. El aditivo alimentario en sí mismo no es un alimento ni posee valor nutritivo y suele agregarse en cantidades mínimas.

El uso de aditivos permite que los alimentos duren más, o sirven para darles colores más atractivos, mejorar sus características nutritivas o eliminar microorganismos indeseables. Por ejemplo, en las conservas de vegetales puede estar presente la bacteria Clostridium botulinum, que puede ocasionar botulismo si se ingiere. Al adicionar antioxidantes (como nitratos y nitritos) en estas conservas, dificultan el desarrollo de la misma.

Los aditivos pueden ser cancerígenos, incluso en pequeñas dosis. Cada país tiene sus regulaciones al respecto. Por ejemplo, hay alimentos que, por ley, no pueden llevar aditivos: en España la leche, cereales, pasta seca, entre otros, no pueden llevarlos.

Los aditivos alimentarios sirven para:
* Asegurar la seguridad y la salubridad del alimento.
* Incrementar el tiempo de conservación o la estabilidad del producto.
* Mantener el valor nutritivo del alimento.
* Potenciar la aceptación del consumidor.
* Mejorar o ayudar en la fabricación, transformación, preparación, transporte y almacenamiento del producto.
* Dar homogeneidad al alimento.

Tipos de aditivos
Antioxidantes: son aditivos que evitan que los alimentos tiendan a oxidarse y se pongan rancios. Son capaces de neutralizar la acción oxidante de los radicales libres, evitando el proceso de oxidación natural del alimento

Colorantes: son aditivos que ayudan a que determinados alimentos o productos alimenticios no pierdan su color. O cuando se decoloran, se mantengan con un aspecto más agradable, intensificando su color natural.
Conservantes: son aditivos que protegen los alimentos, evitando la proliferación de microorganismos que los estropeen. Por tanto, también aumentan el tiempo de conservación y durabilidad.

Emulgentes: son aditivos que pueden unirse a otras sustancias (que pueden ser acuosas o no acuosas) ,gracias a su estructura molecular.


Estabilizantes: nos encontramos con aditivos espesantes y gelificantes, que son capaces de formar una envoltura alrededor de las moléculas de agua, restringiendo su movilidad. También son capaces de aumentar su viscosidad.

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Amarillo numero 5


El amarillo 5 es conocido también como tartracina o E102. El amarillo 5 es usado ampliamente en la fabricación de papas fritas, mermelada, dulces, bebidas y aún comida para mascotas. También se añade al shampoo y a otros productos cosméticos, así como a vitaminas y a ciertos medicamentos. El amarillo 5 está prohibido en Austria y Noruega, y otros países europeos han emitido advertencias sobre sus posibles efectos secundarios. Es usado libremente y en gran manera aún en Estados Unidos.




vino
Historia

La historia del vino ha discurrido paralelamente a la historia de la humanidad. El vino, tal como se conoce hoy en día, es una bebida alcohólica procedente de la fermentación del zumo de uva, la cual se produce gracias a la acción de las levaduras presentes en el hollejo de las uvas. El nombre vino procede del latín vinum , que se cree que procede del griegooinos e incluso del sánscrito vêna .



Los orígenes del vinoAunque existen indicios de que el cultivo de la vid (al principio salvaje, denominada vitis vinifera sylvestris ) y la elaboración de bebidas a partir de las uvas (en forma de zumos con añadido de azúcares) ya se realizaban en torno a los años 6.000 y 5.000 a.C., no es hasta la Edad de Bronce (3.000 a.C.) cuando se estima que se produjo el verdadero nacimiento del vino (antes, quizá, se había logrado de forma accidental). Los arqueólogos han encontrado indicios que fijan el origen de la primera cosecha de vino en Súmer, en las fértiles tierras regadas por el Tigris y el Eúfrates en el Próximo Oriente, en la antigua Mesopotamia.

Desde Súmer llegó a Egipto, donde rivalizaría con la cerveza que se elaboraba en el Antiguo Egipto (3.000 a.C.). Las orillas del Nilo fueron tierras de cultivo de la vid y en torno a estas plantas (cada vez más domesticadas), se desarrolló toda una actividad laboral e industrial. Los egipcios fermentaban el mosto en grandes vasijas de barro, y producían vino tinto. El vino se convirtió en símbolo del estatus social y era empleado en ritos religiosos y festividades paganas. Los faraones eran enterrados con vasijas de barro que contenían vino y en las pirámides se han hallado grabados que simbolizan el cultivo de la vid, la recolección, elaboración y disfrute del vino en fiestas y actos religiosos. Es curioso observar que ya en esta época el vino se guardaba en las ánforas durante varios años, teniendo más valor el vino viejo que el nuevo. Los alfareros grababan en las ánforas destinadas a la guarda del vino quién había cultivado las uvas, la fecha de elaboración y la calidad del mosto (podría decirse que se trataba de la antesala de la moderna etiqueta).

La adaptabilidad de la vid ( vitis vinifera ) favoreció su expansión por Europa Occidental a través de las rutas comerciales, llegando hasta China. Se cree que la vid llegó a la Península Ibérica antes que los fenicios, en torno al 3.000 a.C.

En el 700 a.C., el vino llega en su proceso expansivo a la Grecia clásica. Los griegos tomaban el vino aguado, se empleaba en ritos religiosos, funerarios y fiestas populares, además, asignaron al vino una divinidad: Dyonisos, que aparece siempre representado con una copa en la mano. Los griegos crearon recipientes de diferentes tamaños para el almacenamiento y servicio del vino: ánforas de gran tamaño, que se sellaban con resina de pino; cráteras de tamaño medio; y pequeñosaoinojé y ritones . En esta época, se elaboraban vinos con particularidades propias en diferentes regiones de Grecia, como en Rodas, Icaria, Quíos, lesbos, Eritrea, Naxos, Taasos, Corinto o Mende. Incluso, existe documentación que indica que se llegaban a importar vinos procedentes de países exóticos, como Líbano o Palestina, generalmente destinados a las mesas de las clases nobles.

La uva es la materia prima para la elaboración del vino, que nace a partir de un proceso natural en el que el azúcar –a través de la fermentación del mosto- se transforma en alcohol.
Los vinos rojos se hacen exclusivamente con uvas tintas, en cambio los blancos pueden elaborarse con uvas blancas o tintas. Esto se debe a que la materia colorante se encuentra en la piel u hollejo; si al moler las uvas se deja el jugo en contacto con la piel, aparece el color. Por el contrario, si el jugo se separa inmediatamente del hollejo, el vino será blanco. El vino rosado nace a partir de uvas tintas, sólo que durante el proceso de vinificación el jugo permanece poco tiempo en contacto con las pieles coloreadas. Por eso, el jugo no se tiñe completamente pero adquiere delicados matices y notas típicas de aroma y sabor.


El proceso de elaboración del vino se divide en 3 fases


1. Fase prefermentativa. Consiste en todos los trabajos que se realizan desde la cosecha de la uva hasta la obtención de mosto: cosecha, separación de los granos del escobajo (parte verde del racimo), prensado.


2. Fase fermentativa. La uva prensada y su jugo son llevados a vasijas de acero inoxidable, madera o cemento, donde, a través del trabajo de las levaduras, el azúcar de la pulpa se transforma en alcohol y otros productos secundarios, así el mosto se transforma en vino.
Al mismo tiempo las sustancias contenidas en la piel de las uvas tintas se difunden en el jugo. Este proceso se denomina “meceracion" y puede ser más o menos prolongado, según el tipo de vino que se quiera elaborar.
En el caso de las uvas blancas, después de la molienda se realiza el desborre previo para eliminar los restos vegetales y las impurezas en suspensión por sedimentación.


3. Fase postfermentativa. Finalizada la maceración, se escurre la parte líquida y se separa de los sólidos (orujo). El proceso de elaboración del vino aún continua: luego de la fermentación, todo vino exige cuidados hasta que llega a la botella. Algunos han sido concebidos para la crianza, otros saldrán rápidamente al mercado. Así se completa un proceso que nació en la viña y finalizará en su copa.


Tres actores entran en juego para el juzgamiento de un vino


•Su aspecto visual (color, limpidez): un golpe de vista adiestrado percibe muchas cosas en su color. Debe ser pajizo amarillento verdoso en los blancos, en los tintos, rubí con tonalidades profundas y matices lacre.


•Su nariz: un vino se huele tras hacerlo girar varias veces en la copa para facilitar el desprendimiento de los elementos aromáticos volátiles, luego se olfatea en sucesivas aspiraciones cortas. Los vinos jóvenes tienen aroma a frutas, alcohol o levaduras, en los añejados en botella más de seis años ese aroma se transforma por el bouquet suave con dejos de almendras, vainillas, manzanos o semejantes. La facilidad para detectarlos mejora con los años y la práctica.


•Su sabor: para apreciarlo tres sorbo cortos y generosos son suficientes. Los dos primeros se escupen y el tercero se traga. El primero, destinado a detectar los sabores del paladar, debe retenerse en la entrada de la boca para luego abrir apenas los labios, aspirar un poco de aire, y de esta forma la cavidad bucal se llena de valores gustativos muy reveladores. Los sabores se huelen más que paladean. Con el segundo trago haremos un buen buche que permitirá precisar los tenores ácidos y dulces. El tercer trago, también buchado, es el único a tragar y revela los dejos amargos muy nítidos en el retrogusto.


sacodo de : http://thekalvinxx.blogspot.com.co/

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